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martes, 18 de septiembre de 2018

Félix Chacaltana - Santiago Roncagliolo

Félix Chacaltana Saldivar es Fiscal Distrital Adjunto en Ayacucho, Perú, en el año 2000.

Nació en Ayacucho pero ha vivido en Lima desde pequeño. Está separado. Adora a su fallecida madre.

No sabe mentir, es un funcionario serio y honesto, una especie de autista, ignorante de la realidad, cumplidor del deber hasta el absurdo que procura hacer lo que considera correcto aunque no sea conveniente. Se rige por un código moral obsoleto: le gustan los desfiles, los símbolos patrios, todo lo que representa la tradición y la tranquilidad.

Félix Chacaltana desayuna queso, tamales y café. Come sopa de pollo, mondongo, chorizo ayacuchano, trucha con papas, cuy chactado, puca picante (chicharrón, panceta y patatas)

Bebe Inka Cola, mate de coca, ponche de leche canala y pisco o pisco.

En "Abril rojo" Chacaltana investiga la aparición de un cadáver calcinado.

Comentario personal

Aunque en algunos aspectos el protagonista de Rocagliolo resulta francamente repugnante, admiro la capacidad del autor para dibujar un personaje así. Muestra perfectamente el lado oscuro tanto de la revolución representada por Sendero Luminoso como de la represión en manos del ejército. Las víctimas de ambos son las clases medias que sufren la muerte y la violencia y no tienen quién les proteja.


Libros de Félix Chacaltana
  1. Abril rojo, 2006
  2. La pena máxima, 2014










El autor

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann nació en Lima, Perú, en 1975. Su familia se trasladó a México en 1977. A su vuelta a Perú estudió Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

En 2000 se trasladó a Madrid donde trabajó limpiando casas y como "negro" literario. Actualmente es un autor consagrado y reside en Barcelona y colabora como columnista en El País.


Otros libros

Novela y relatos

Infantiles
  • Rugor, el dragón enamorado, 1999 - cuento
  • La guerra de Mostark, 2000 - cuento
  • Los peores partidos de mi vida, 2018

Teatro
  • Tus amigos nunca te harán daño, 1999

Ensayo

6 comentarios:

  1. Hola Alice: Como me sabe pasar desde que descubrí tu Blog, tu crítica me alienta a leer a este autor y ya lo tengo en la gatera.
    Me voy a permitir hacerte una pequeña corrección respecto a la observación que hiciste sobre quienes fueron los que más sufrieron la insurgencia armada en Perú; aclaro que no soy un especialista en la realidad peruana, pero la he seguido bastante y tengo amigos que viajaron por Ayacucho en plena efervescencia terrorista y uno casado con una peruana, lo que lo ha animado a profundizar sobre la historia y política de ese país y a quienes voy a citar de memoria. El fenómeno subversivo peruano es uno de los más curiosos de los sufridos en América, primero era de inspiración maoista y segundo resultó el más demencial y virulento de todos; a diferencia de los procesos del resto del cono sur, la guerrilla del Camarada Gonzalo fue tanto urbana, como rural y en estas zonas la población es basicamente de bajos recursos, bajísimos diría, con pueblos en la sierra que al día de hoy viven casi en el paleolítico. Estos ciudadanos fueron los más agredidos por la guerrilla y los que más sufrieron la guerra insurgente (podría citar varios ejemplos de la barbaríe de Sendero Luminoso, fijate el nivel de locura que tenían que, por citar un hecho, después de tomar un pueblo, matar a quienes consideraban informantes o aliados del gobierno, mataban perros y los colgaban de postes con letreros que decían: "Zhou Enlai traidor"; esto dedicado a campesinos analfabetos en su inmensa mayoria y que casi no hablan castellano). Tanto sufrió el pueblo que se armaron espontaneamente brigadas antiterroristas que costó mucho desarmar una vez vencido SL.
    Siguiendo los comentarios que mereció tu anuncio de vacaciones advertí que estuviste en Perú, más allá de los contrastes y lo "pintoresco" que puede resultar a una novel europea (lo de novel es una generalización a todos los gallegos que vivieron al margen de la civilización hasta bien entrada la década del '70), quiero señalarte que Perú ha vivido un gran crecimiento económico desde las reformas de Fujimori, reformas que los gobiernos posteriores no han modificado de fondo y que han permitido que en un país casi careciente de clases medias millones de peruanos hayan ascendido socialmente mejorando sustancialmente su economía y sus oportunidades.
    Para terminar, un reto; estás muy vaguita, tus fans reclaman mayor productividad. Obviando los dos primeros años de tu Blog, por que supongo que has volcado lecturas anteriores, el resto de los años mantuviste un promedio de 42/43 entradas (cálculo a ojo) y avanzado Septiembre de este año recién vas por 14.

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  2. Leandro, 1) estoy exponiendo lo que cuenta el autor, no mi opinión. 2) Efectivamente los años anteriores he publicado a un ritmo mayor, ahora, ni me es fácil encontrar autores de la calidad de los ya reseñados, ni me apetece dedicar tanto tiempo al blog. Te devuelvo el reto: escribe tu propio blog.

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  3. Ja! Imposible, carezco de la obsesión y el talento necesarios; como buen artista o intelectual frustrado lo mío, a lo sumo, puede pasar por la crítica a los verdaderos creadores.

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  4. Me rindo, dejo de tratar de hacerme el gracioso y de apelar a una pretendida ironía y a un humor que no causa gracia. Pido perdón.
    Ahora voy al tema de esta entrada; empezé el primero del Fiscal Chacaltana, voy por el 40 % y me parece excelente. Es cierto que el personaje principal no es muy simpático que digamos, pero la pintura que hace el autor de los escenarios, de los personajes, del entorno y de las costumbres sociales y culturales es impersionante y atrapante. Ya leí que usa la "anécdota" de los perros colgados (es verdad que era una costumbre de S.L.) y describe una cosa, casi increible en estos tiempos, como es una leva; para que no se crean que es una excentricidad falaz del autor paso a contar que fui testigo de una. No fue en Perú, ya había comentado que no estuve ahí, sino en Bolivia. Con unos amigos estabamos en Yacuiba, localidad fronteriza con el país, en proceso de disolución (los invito a seguir las alternativas económicas de acá a pocos meses), que habito al sur de la gran democracia boliviana (la ciudad argentina limítrofe es Salvador Mazza, Pcia. de Jujuy. El punto es que llegamos hasta ahí, estoy hablando del año 1987, intentando llegar por tierra a Santa Cruz de la Sierra (no voy a abundar en los motivos del viaje que dan para otra anécdota), intento infructuoso por diversos motivos, tanto que tuvimos que volver a Salta para llegar por vía aerea; entre tantas gestiones que hicimos en los dos o tres días que estuvimos varados en ese pueblo garciamarcasiano estaba acercarnos en varias oportunidades a la estación de ferrocarril para saber si el tren que iba a Santa Cruz salía por fin, también el tren estaba varado por que aducían que en el camino llovía y el agua se llevaba las vías. Capítulo aparte es la descripción de la formación arrumbada, eran vagones de carga llenos de aborígenes con sus bártulos a la espera de una salida que no se producía, resultaba imposible no asimilarlo a los trenes que iban a los campos de exterminio nazi. Bueno, resulta que en un momento en que estabamos parados en el andén, vemos que salen corriendo en todas direcciones un montón de jóvenes y detrás de ellos una gran cantidad de militares tratándo de darles caza; cuando salimos del susto, preguntándonos si no deberíamos salir corriendo también nosotros, empezamos a seguir a los milicos que llevaban a los pobres desgraciados que lograban agarrar y vemos que los subían a unos camiones del ejército estacionados a las afueras de la estación; algunos alcanzaban a balbucear que ya habían hecho el servicio militar y a esos los derivaban a un suboficial, que daba miedo por su tamaño y aspecto, quien los sometía a un breve interrogatorio (por Ej. les preguntaba donde habían prestado servicio; quien era el jefe del regimiento; que era un FAL, fusil de ordenanza similar al SETME) y si le resultaban satisfactorias las respuestas los dejaba ir. Cuando la cosa se calmó y desistieron de seguir la persecución de los que pudieron huir, nos acercamos al milico que dirigía el procedimiento y le preguntamos que era lo que habíamos presenciado, como nos dirigimos a él con todo el respeto que nuestro estado de terror nos aconsejó y advirtiendo nuestro aspecto extranjero, accedió a explicarnos que habíamos presenciado una leva motivada en que casi nadie tiene documentos y ni siquiera su nacimiento está registrado, por lo que si no hacen así nadie haría el servicio militar.

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  5. Sí, hay que reconocer que tu ironía resulta a veces un puntito agresiva, pero como ya tenía la experiencia por facebook lo dejé pasar... Me alegra que el libro te resulte interesante. Me ha parecido terrorífica la historia de la leva... no puedo imaginarme vivir así...

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  6. Vos te lo perdés, no hay nada más divertido que vivir en el tercer mundo.

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