La presentación de "En caída libre", tercera novela de la serie de Cornelia Weber-Tejedor, tuvo lugar el viernes 4 de febrero, a las 19:30 en la Librería Estudio en Escarlata.
Tras una breve introducción de la autora y su personaje por mi parte y la presentación de En caída libre por parte de Paco Gómez Escribano, se abrió el turno de preguntas.
Le pregunto a la autora por sus próximos proyectos y si es verdad que la serie de Cornelia Weber-Tejedor se limitará a 5 libros.
Rosa nos cuenta que está trabajando en una novela a cuatro manos con una autora alemana, cada una escribe su parte en su idioma y la otra la traduce. Será policíaca y, salvo los matices de cada idioma y de cada autora, podrá leerse la misma novela en alemán y en español. Es un proyecto a largo plazo con el que está muy satisfecha.
También acaba de terminar una novela histórica corta titulada "Las tres muertes del duque de la Ribera", un libro destinado al aprendizaje del español que le ha gustado mucho escribir porque le ha permitido volver a Madrid en el siglo XVII, aunque también ha resultado difícil pues está pensada para un nivel intermedio y exige "bajar" el nivel eliminando subjuntivos y frases subordinadas, etc.
Rosa explica que los libros de Weber-Tejedor le exigen mucho esfuerzo y planificación, por lo que necesita descansar entre ellos. Su marido, que a veces la ve agobiada le dice "Mátala" (surgen gritos de pánico entre el público). Aunque ella conoce la trama desde el principio le cuesta trabajo dosificarla, saber cuando la comisaria, y a su vez el lector, van a descubrir algo. Tiene ya una idea para la cuarta novela y sabe también hasta donde quiere llevar al personaje. También quiere contarnos por qué Cornelia, una mujer con una carrera universitaria, "con esas notas" como la decía su padre, decidió ser policía. Es posible que no se limite a los cinco libros, quizás sean siete, pero nunca seis u ocho que son números que la gustan menos, lo que tiene claro es que nunca trivilizará la serie.
Comentamos que las novelas se han traducido al alemán con gran acogida del público de ese país. Natalia D. le pregunta si es ella misma quien se traduce y Rosa explica que no. La autora está muy contenta con la traductora de las dos primeras novelas de la serie, que es de Offenbach, como su comisaria. Pero por estar trabajando en otros proyectos no podrá ocuparse de la tercera. Lo hará el traductor de Eduardo Mendoza.
Lammermoor preguntó a la autora por qué Cornelia rechazaba su herencia española.
Rosa comentó que durante años impartió clases de español. En Alemania se estudian dos lenguas y muchos hijos de españoles se apuntaban a su lengua materna pensando que sería un paseo para ellos ya que lo hablaban en casa. Pero cuando hacían los exámenes se veía que su nivel de escritura era inferior al de otros compañeros, es decir, no sabían escribirlo y esto representa un golpe para ellos. Entre estos alumnos el tema de la identidad era importante: algunos que se definían como españoles, otros como ciudadanos del mundo, otros como alemanes. En el caso de Cornelia la conocemos ignorando, más que rechazando, su identidad española, pero a lo largo de los libros sus recuerdos españoles se van abriendo camino, se va identificando más con esta parte de su herencia.
Natalia D. le comenta que se nota que sus libros están muy bien documentados y le pregunta como se documenta y organiza. Rosa nos explica que utiliza una pizarra enorme, que tiene colocada en la pared, a su espalda, porque si no se pierde u olvida cosas de la trama. Es una escritura de brújula y mapa que sabe de donde a donde quiere ir, aunque a veces surgen cosas sobre la marcha y otras retira algo que no funciona.
Boga Vante casi provocó las lágrimas de la autora, alabando sus novelas, que para ella van más allá del género policial. Sus personajes principales y secundarios se alejan del maniqueísmo de buenos y malos, dotándoles de una vida propia en la que quienes hablan son ellos y no la autora. Pone como ejemplo al compañero impresentable de Cornelia, cuando lo descubre en el parque con una camiseta de Piolín jugando con su hija con síndrome de Down, o la sutileza para mostrar sentimientos que encierra el momento del entierro de la perrita Estrella. La aparición de los cadáveres son anécdota para escribir tan buena literatura, que te hace desear que no finalice la trama por bien planteada e interesante que sea; es como abandonar la compañía de alguien cercano que nos muestra partes de su vida y mucho de las nuestras. Le dice que ahora, escuchándola, comprueba que escribe como habla: un texto que apetece degustar deslizándose por el como sólo recuerda que la sucediera con la traducción que Cortazar hizo de las "Memorias de Adriano" de Yourcenar. Agradece a la autora que haya decidido escribir para bien de sus seguidores y la desea que descanse y se tome el tiempo que necesite, para volver a Cornelia.
Rosa nos cuenta que un día se encontró a Celsa Tejedor por la calle. Una española se dirigió a ella a gritos diciéndole "Tu eres Rosa, la escritora". Salvo porque era extremeña era clavadita a Celsa y ella se sintió igual de intimidada que su personaje, que se enfrenta a sus superiores y dirige con competencia a sus subordinados pero con su madre se viene abajo. Rosa piensa que a todos nos sucede lo mismo con nuestras madres, hasta se imagina a la de Angela Merkel diciendo “Angie” y a Merkel bajando la cabeza. Otros le han dicho “yo conozco al doctor que sale en la novela”. Y ese personaje es sólo una creación. Su madre se la "coló" en una de las novelas. Mencionó una receta "Chipirones en chanfaina", que no es gallega. Un aficionado, que ahora la asesora en gastronomía gallega para las novelas de Cornelia, se lo hizo notar. El cura ateo aficionado a la papiroflexia existe en la realidad, pero no es ateo. Dejó el sacerdocio para casarse hace unos años.
Una persona del público le pregunta como concibió el personaje de Lorenz Raschke de "En caída libre". Rosa explica que quiso reflejar la mentalidad de la pequeña y mediana empresa aplicada al tráfico de drogas. Explicó también que quería mostrar el mundo de los pequeños traficantes. Hay un libro titulado "¿Por qué los camellos viven con sus madres?" que refleja perfectamente la miseria en la que viven estas personas que piensan que pueden sacar algo de dinero. El modo en que arriesgan sus vidas, le hizo pensar en ello una conversación con su asesor habitual de la policía que le habló sobre un cadáver abierto en canal que habían encontrado sin cabeza ni manos para evitar su identificación: "la abrieron en canal, sacaron las drogas y tiraron el envoltorio".
También le preguntó si existe el bar donde van Cornelia y sus nuevas amigas por las noches. Rosa dice que no, que es una creación suya y que a veces algunas creaciones son más reales que la propia realidad.
La autora también nos habló de los prejuicios, de la diferente reacción de la gente: si les dices "Soy española" contestan "Eres muy puntual para ser española", si "Soy catalana" responden, "Eres muy simpática para ser catalana", "Soy de Barcelona" comentan "Qué bonita ciudad, he ido o voy a ir..."
Nos explicó que escribe a mano y a lápiz y sabe que un día ha sido fructífero cuando tiene todo el dorso de la mano negro.
Fue una velada maravillosa que nos permitió conocer más de cerca a Rosa y nos reafirmó en lo que ya sabíamos, a parte de una magnífica escritora es también una excelente persona, con un gran sentido del humor y una visión profunda y realista de todo lo humano.
Tras la presentación Rosa firmó libros mientras el resto bebimos el estupendo vino alemán que había traído, el español que trajo Paco, picamos fuet y quesos españoles y alemanes (entre ellos uno bastante apestoso, pero bastante rico).
No puedo sino dar las gracias a Juan Salvador y su familia por abrirnos las puertas de su librería y contribuir a que todo fuera perfecto. Retiro que Juan es una persona tímida (lo decía en los comentarios), tras ver su maravillosa imitación de Montero Glez se me calleron todos los palos del sombrajo.
Pudimos conocer en persona a José Ignacio Escribano y su mujer, a Luis de Luis de Prótesis (sus entradas me encantan y siempre me hacen reir) y a José María Sánchez Pardo de La Gansterera, un auténtico gurú del género, que realizó esta entrevista a la escritora.
Agradecer también a algunos habituales del blog: Natalia D., Boga Vante, Loquemeahorro, ex-anónimo Javi, que estuvieran allí y sobre todo a Lammermoor e Isabel, que viajaron desde sus ciudades para poder estar con nosotros.
Tras una breve introducción de la autora y su personaje por mi parte y la presentación de En caída libre por parte de Paco Gómez Escribano, se abrió el turno de preguntas.
Le pregunto a la autora por sus próximos proyectos y si es verdad que la serie de Cornelia Weber-Tejedor se limitará a 5 libros.
Rosa nos cuenta que está trabajando en una novela a cuatro manos con una autora alemana, cada una escribe su parte en su idioma y la otra la traduce. Será policíaca y, salvo los matices de cada idioma y de cada autora, podrá leerse la misma novela en alemán y en español. Es un proyecto a largo plazo con el que está muy satisfecha.
También acaba de terminar una novela histórica corta titulada "Las tres muertes del duque de la Ribera", un libro destinado al aprendizaje del español que le ha gustado mucho escribir porque le ha permitido volver a Madrid en el siglo XVII, aunque también ha resultado difícil pues está pensada para un nivel intermedio y exige "bajar" el nivel eliminando subjuntivos y frases subordinadas, etc.
Rosa explica que los libros de Weber-Tejedor le exigen mucho esfuerzo y planificación, por lo que necesita descansar entre ellos. Su marido, que a veces la ve agobiada le dice "Mátala" (surgen gritos de pánico entre el público). Aunque ella conoce la trama desde el principio le cuesta trabajo dosificarla, saber cuando la comisaria, y a su vez el lector, van a descubrir algo. Tiene ya una idea para la cuarta novela y sabe también hasta donde quiere llevar al personaje. También quiere contarnos por qué Cornelia, una mujer con una carrera universitaria, "con esas notas" como la decía su padre, decidió ser policía. Es posible que no se limite a los cinco libros, quizás sean siete, pero nunca seis u ocho que son números que la gustan menos, lo que tiene claro es que nunca trivilizará la serie.
Comentamos que las novelas se han traducido al alemán con gran acogida del público de ese país. Natalia D. le pregunta si es ella misma quien se traduce y Rosa explica que no. La autora está muy contenta con la traductora de las dos primeras novelas de la serie, que es de Offenbach, como su comisaria. Pero por estar trabajando en otros proyectos no podrá ocuparse de la tercera. Lo hará el traductor de Eduardo Mendoza.
Lammermoor preguntó a la autora por qué Cornelia rechazaba su herencia española.
Rosa comentó que durante años impartió clases de español. En Alemania se estudian dos lenguas y muchos hijos de españoles se apuntaban a su lengua materna pensando que sería un paseo para ellos ya que lo hablaban en casa. Pero cuando hacían los exámenes se veía que su nivel de escritura era inferior al de otros compañeros, es decir, no sabían escribirlo y esto representa un golpe para ellos. Entre estos alumnos el tema de la identidad era importante: algunos que se definían como españoles, otros como ciudadanos del mundo, otros como alemanes. En el caso de Cornelia la conocemos ignorando, más que rechazando, su identidad española, pero a lo largo de los libros sus recuerdos españoles se van abriendo camino, se va identificando más con esta parte de su herencia.
Natalia D. le comenta que se nota que sus libros están muy bien documentados y le pregunta como se documenta y organiza. Rosa nos explica que utiliza una pizarra enorme, que tiene colocada en la pared, a su espalda, porque si no se pierde u olvida cosas de la trama. Es una escritura de brújula y mapa que sabe de donde a donde quiere ir, aunque a veces surgen cosas sobre la marcha y otras retira algo que no funciona.
Boga Vante casi provocó las lágrimas de la autora, alabando sus novelas, que para ella van más allá del género policial. Sus personajes principales y secundarios se alejan del maniqueísmo de buenos y malos, dotándoles de una vida propia en la que quienes hablan son ellos y no la autora. Pone como ejemplo al compañero impresentable de Cornelia, cuando lo descubre en el parque con una camiseta de Piolín jugando con su hija con síndrome de Down, o la sutileza para mostrar sentimientos que encierra el momento del entierro de la perrita Estrella. La aparición de los cadáveres son anécdota para escribir tan buena literatura, que te hace desear que no finalice la trama por bien planteada e interesante que sea; es como abandonar la compañía de alguien cercano que nos muestra partes de su vida y mucho de las nuestras. Le dice que ahora, escuchándola, comprueba que escribe como habla: un texto que apetece degustar deslizándose por el como sólo recuerda que la sucediera con la traducción que Cortazar hizo de las "Memorias de Adriano" de Yourcenar. Agradece a la autora que haya decidido escribir para bien de sus seguidores y la desea que descanse y se tome el tiempo que necesite, para volver a Cornelia.
Rosa nos cuenta que un día se encontró a Celsa Tejedor por la calle. Una española se dirigió a ella a gritos diciéndole "Tu eres Rosa, la escritora". Salvo porque era extremeña era clavadita a Celsa y ella se sintió igual de intimidada que su personaje, que se enfrenta a sus superiores y dirige con competencia a sus subordinados pero con su madre se viene abajo. Rosa piensa que a todos nos sucede lo mismo con nuestras madres, hasta se imagina a la de Angela Merkel diciendo “Angie” y a Merkel bajando la cabeza. Otros le han dicho “yo conozco al doctor que sale en la novela”. Y ese personaje es sólo una creación. Su madre se la "coló" en una de las novelas. Mencionó una receta "Chipirones en chanfaina", que no es gallega. Un aficionado, que ahora la asesora en gastronomía gallega para las novelas de Cornelia, se lo hizo notar. El cura ateo aficionado a la papiroflexia existe en la realidad, pero no es ateo. Dejó el sacerdocio para casarse hace unos años.
Una persona del público le pregunta como concibió el personaje de Lorenz Raschke de "En caída libre". Rosa explica que quiso reflejar la mentalidad de la pequeña y mediana empresa aplicada al tráfico de drogas. Explicó también que quería mostrar el mundo de los pequeños traficantes. Hay un libro titulado "¿Por qué los camellos viven con sus madres?" que refleja perfectamente la miseria en la que viven estas personas que piensan que pueden sacar algo de dinero. El modo en que arriesgan sus vidas, le hizo pensar en ello una conversación con su asesor habitual de la policía que le habló sobre un cadáver abierto en canal que habían encontrado sin cabeza ni manos para evitar su identificación: "la abrieron en canal, sacaron las drogas y tiraron el envoltorio".
También le preguntó si existe el bar donde van Cornelia y sus nuevas amigas por las noches. Rosa dice que no, que es una creación suya y que a veces algunas creaciones son más reales que la propia realidad.
La autora también nos habló de los prejuicios, de la diferente reacción de la gente: si les dices "Soy española" contestan "Eres muy puntual para ser española", si "Soy catalana" responden, "Eres muy simpática para ser catalana", "Soy de Barcelona" comentan "Qué bonita ciudad, he ido o voy a ir..."
Nos explicó que escribe a mano y a lápiz y sabe que un día ha sido fructífero cuando tiene todo el dorso de la mano negro.
Fue una velada maravillosa que nos permitió conocer más de cerca a Rosa y nos reafirmó en lo que ya sabíamos, a parte de una magnífica escritora es también una excelente persona, con un gran sentido del humor y una visión profunda y realista de todo lo humano.
Tras la presentación Rosa firmó libros mientras el resto bebimos el estupendo vino alemán que había traído, el español que trajo Paco, picamos fuet y quesos españoles y alemanes (entre ellos uno bastante apestoso, pero bastante rico).
No puedo sino dar las gracias a Juan Salvador y su familia por abrirnos las puertas de su librería y contribuir a que todo fuera perfecto. Retiro que Juan es una persona tímida (lo decía en los comentarios), tras ver su maravillosa imitación de Montero Glez se me calleron todos los palos del sombrajo.
Pudimos conocer en persona a José Ignacio Escribano y su mujer, a Luis de Luis de Prótesis (sus entradas me encantan y siempre me hacen reir) y a José María Sánchez Pardo de La Gansterera, un auténtico gurú del género, que realizó esta entrevista a la escritora.
Agradecer también a algunos habituales del blog: Natalia D., Boga Vante, Loquemeahorro, ex-anónimo Javi, que estuvieran allí y sobre todo a Lammermoor e Isabel, que viajaron desde sus ciudades para poder estar con nosotros.
Sin Dori, que escuchó unas 300 veces mi presentación antes del evento y organizó perfectamente el minicatering, esto no hubiera sido posible.
Aunque Boga Vante me ha echado una mano, como esta vez no pude tomar notas estoy segura de que me olvido muchas cosas. Espero que con vuestros comentarios y entradas lo subsanéis.
La reseña del acto de José Ignacio Escribano aquí
El antes y el después de Lammermoor aquí
La de Paco Gómez Escribano aquí