Francis X. Kerrigan, Frank, mide 1,85, todo hueso y músculo, excepto por 2 kg acumulados en la cintura consecuencia del trabajo de despacho, los cafés con nata y los bocadillos comidos a la carrera.
A los 32 años es teniente en funciones, detective de la Segunda Unidad de la Policía de Manhattan, Nueva York. En diez años ha conseguido once menciones y ni una sola sanción. Competente, cuidadoso e incluso brillante, un cabrón cabezota para el que cualquier caso es importante. Odia las teorías, sólo sigue pistas sean buenas o malas. Torpe y desmañado con la gente importante, cercano con las personas sencillas. Rápido con los puños y la pistola, aunque nunca sea el primero en disparar.
Pero una noche detiene y golpea a un importante abogado, hijo de papa, que conduce borracho. Le rebajan a sargento y le envían a patrullar al barrio más alejado de Staten Island.
Tras cuatro meses como patrullero ha perdido los kilos de la cintura y ha resuelto un caso de palomas desaparecidas. Entonces le llaman de vuelta a Manhattan para trabajar como policía civil en los Servicios Especiales, deteniendo a los sobones en los cines de la calle 42 con una nueva compañera, Jane Boardman.
Jane tiene 24 años, ojos azules, cabellos y cejas muy negros, cara bonita e inocente, el cebo perfecto. Su padre fue jefe de telégrafos. Licenciada en la Universidad de Hunter, ha obtenido las mejores notas en la academia de policía, por mucho. Vive en Forest Hill, Queens.
No tienen nada en común, ella lee a Proust o a Salinger y a Kerrigan le gustan las novelas policíacas. Pero cuando les encargan buscar a un contable que debe declarar en un juicio, en cuya búsqueda han fracasado todos los demás, demostrarán que hacen una pareja perfecta, siguiendo las pistas por pequeñas que sean, apretando timbres, interrogando testigos, cansando los pies, acercándose y alejándose de la verdad.
En "El último timbre" un policía que sabe que va a morir le habla a Jane, ahora detective de segundo grado en la comisaría de la 30 oeste, del secuestro de una niña en el que lleva trabajando 11 años. A su muerte, Jane retoma la investigación, ayudada por Kerrigan, que ahora trabaja como Teniente Detective en equipo del procurador del distrito y está de vacaciones.
Comentario personal
Libros a caballo entre la novela clásica y la de procedimiento. Muy amenos y bien escritos, son de esos que es imposible soltar y lees del tirón sin darte cuenta que estás leyendo. Dos casos aparentemente sencillos nos sirven para conocer a los personajes, cada uno maravilloso a su modo, el maduro Kerrigan con sus procedimientos y sus manías y la novata Boardman, ni un florero ni una superwoman, que se alegra cuando encuentran una nueva pista y entristece cuando llegan al final. Viajamos por Nueva York, no sólo Manhattan, tomamos el metro por debajo del East River para llegar al Bronx, Queens o Brooklyn o el ferry para acercarnos a Staten Island.
Para comer: costillas de cordero y patatas, entrecots y martinis en el Old Farmstead, gazpacho, paella o pollo con arroz al azafrán en Julio, marisco en Sloppy Pete, bistecs medio crudos, patatas asadas y ensalada de lechuga y tomate con Roquefort en el Chacoal Pit.
- Último domicilio conocido (The Last Known Address / Search for a Man, 1964)
- Blind Spot, 1966
- El ultimo timbre (The Last Doorbell, 1969)
Película
- Último domicilio conocido (Dernier domicile connu, 1970). Francia-Italia. Director: José Giovanni. Intérpretes: Lino Ventura y Marlène Jobert.
El autor
Joseph Harrington nació en Newark, New Jersey en 1903. Comenzó a trabajar a los 14 años en el diario New York American. Publicó artículos en Cosmopolitan, Liberty, This Week, Redbook y Saturday Evening Post.
Murió en 1980.
3 comentarios:
Algunos comentarios del Cajón de sastre:
José María dijo...
Un libro fantástico: Ultimo domicilio conocido de Joseph Harrington. Novela de una sencillez y un ritmo apasionante de dos policías en Nueva York en los sesenta. Una joya.
20 de abril de 2013, 10:53
Natalia D. dijo...
… “El último timbre”, otro de los libros que he disfrutado en las últimas semanas. Es el tercero, y último, que Joseph Harrington dedicó a la pareja de policías formada por el veterano Frank Kerrigan y la novata Jane Boardman. Y ya podía haber seguido la serie porque a mí los dos que he leído (éste y Último domicilio desconocido) me parecen buenísimos. Kerrigan consigue solucionar un caso “dormido” desde hace 11 a base de su proverbial tozudez y capacidad de trabajo. Es un verdadero placer acompañar a este honrado y nada ambicioso policía en su particular investigación basada en el simple trabajo duro y en la más admirable voluntad de no dejar ningún cabo suelto hasta conseguir desentrañar la más enredada madeja. El relato de un crimen terrible, pero narrado con mucha humanidad y total ausencia de morbo, y en el que lo que destaca es la personalidad de un hombre bueno y concienzudo que, sin rasgos de genialidad, lucha porque la justicia se imponga.
2 de enero de 2015, 12:19
¡Que buena novela!. Pensé que por su época iba a estar llena de estereotipos y "modernidades" y no me iba a gustar. Como muchos objetivos en la vida hay muchas podibilidades de conseguirlos si se persiguen con la suficiente pasión (no sólo tenacidad). El teniente Kerrigan no es un genio; ama el sentido de su profesión (ver el episodio del robo de las palomas)y pone todo su esfuerzo, sin que la pesadez de los procedimientos lo desanime, en intentar conseguir algo cercano a la justicia.
Me alegra que te haya gustado Vicente. Los personajes están muy bien contruidos, ni estereotipados ni fuera del tiesto. El episodio de las palomas es genial y muy ilustrativo de la manera de ser del protagonista. Y para ser una novela de procedimientos, que normalmente me suelen aburrir, es muy dinámica.
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